miércoles, 1 de septiembre de 2010

La reflexión docente de la mano de las luchas estudiantiles
Un pizarrón, unos bancos, unos pupitres, alumnos mirando al frente, con un lápiz en la mano, un docente en el frente, explicando, tiza en mano y voz en cuello. La tiza garabatea letras y números, algunos carecen de sentido para alguien, cuarenta u ochenta minutos de explicaciones mágicas, de pruebas lógicas de palabras sólidas.
La imagen latente, fresca o reseca; nueva o fosilizada; puede pertenecer a una escena ocurrida en 1880 o tal vez en 2010, ¿quién puede saberlo?
Ya no hay dudas ni excusas; la docencia necesita de una reflexión continua, hecha de manera explícita, entre colegas; y tal vez ni esto alcance.
¿Estamos enseñando lo que el educando necesita? ¿Estamos enseñando de una manera en la que el educando pueda tener una intervención activa? ¿Son los contenidos apropiados para estos tiempos, para estas generaciones de educandos, para esta realidad tan cambiante? ¿Qué hacemos para hacer participar al educando en la modalidad de la clase? ¿Sabemos cómo quiere ser evaluado el educando?
Suele escucharse que los chicos solamente quieren “zafar”, obtener el título sin el mínimo esfuerzo, que todo les da los mismo, que nada los motiva, que son vagos, que no estudian, que prefieren no hacer nada, que tienen “mala base”, que no entienden, que “están siempre molestando”, que “no se quedan quietos”, que son inmaduros, pero ¿cómo pueden interesarse en algo que no fueron consultados? ¿por qué van a esforzarse en aprender lo que no les interesa? ¿cómo podrán diferenciar entre dos materias que les resultan, ambas, antipáticas? ¿cómo pueden motivarse con un contenido que les es ajeno? ¿por qué deberían preocuparse y trabajar en algo que no les proporciona alegría ni felicidad? ¿cómo podrán recordar aquello que los fastidió? ¿cómo podrán entender lo que no pidieron que se les explique? ¿por qué deberían quedarse callados mientras están rodeados de pares que tiene sus mismas sensaciones? ¿por qué deberían ser maduros si son adolescentes?
Las respuestas a estas preguntas podrían llevarnos a una reflexión en tanto nuestro rol como educadores.
La participación del educando, como factor fundamental de la educación no puede demorarse.
En una sociedad comprometida con el prójimo, mancomunar las ideas entre todos los actores es más que una necesidad, se ha convertido en una obligación.
Hoy, la escuela media en la Capital Federal de la República Argentina, está atravesada por un conflicto que está comenzando a dividir aguas en la sociedad. Hoy se discute política en las escuelas, los chicos han cambiado su manera de actuar y de pensar, estamos siendo testigos del nacimiento de una nueva generación que retoma las banderas políticas de los ‘70s, más allá de la ideología.
Los docentes no podemos quedar imperturbables mirando como la realidad pasa a nuestro lado, sin tomar partido, sin reflexionar (¡por lo menos!), y sin modificar nuestra conducta.
Si continuamos como si nada hubiese ocurrido, es que no hemos aprendido nada.

Hugo Cella

1 comentario:

  1. Bien, Hugo, siempre viendo la foto grande y no el chiquitaje. El reclamo de los pibes es justo, quizás sea exagerado decir que están haciendo "política", aunque el síntoma (el reclamo, las medidas) sean parte de lo que se entiende por hacer política. Los chicos tendrán que aprender sobre izquierdas, centros y derechas, y empezar a tener esa formación que la década menemista nos robó en cuanto a política.
    Abrazo, y felicitaciones por tu visión!
    Emiliano Crow

    ResponderEliminar