domingo, 21 de junio de 2009

Introducción; el rol del educador y la matriz de aprendizaje


INTRODUCCIÓN
Es muy difícil hablar de cualquier tema sin antes definirlo. Necesitamos definir, etique-tar, rotular, encasillar; no sea cosa que terminemos aprendiendo.
Vivimos inmersos en el temor y el terror de que el saber, el verdadero saber, nos abra la brecha entre éste y la ignorancia, el desconocimiento y, entonces, no podamos seguir con nuestros preconceptos.
En este trabajo se pueden ver palabras tales como "aula", "educador", "educando", "conocimiento", "saber", "aprendizaje", "grupo", etc. ¿Podremos concebir estas palabras sin conceptos? Seguro que no. El simple sonido de ellas nos trae al consciente una imagen, ge-nuina o falsa, real o ficticia, de lo que la palabra significa.
La palabra no es nada si no está acompañada de la imagen que la representa. La pa-labra, sin la imagen, es sólo un sonido gutural.
Entonces partimos siempre de un concepto, de una idea, más allá de su acertada o in-correcta interpretación.
Desde esta idea, la comunicación es una verdadera epopeya del hombre.
Que cuando alguien dice “silla" el otro haya entendido "objeto que sirve para sentarse", es simplemente una maravilla.
Desde esa concepción deberíamos ver al aprendizaje.
Los diversos enfoques pedagógicos, propuestos desde las autoridades ministeriales, nunca fueron ni serán intentos sinceros de acercarse a una práctica aséptica de enseñanza-aprendizaje, porque están comprometidos, siempre, con el poder.
Es decir:
“La educación dispensada en Esparta era la civilización lacedemonia creando esparta-nos para la ciudad laconia; la educación ateniense, en los tiempos de Pericles, era la civili-zación ateniense creando hombres acordes con el tipo ideal de hombre, tal como lo conce-bía Atenas en aquellas épocas” .
El poder no permite, por su propia naturaleza, que la educación esté dirigfida a remozar los esquemas sociales imperantes.
Esto no significa que desde la educación no exista la rebeldía y pueda ser una respues-ta vanguardista y contestataria, pero deberíamos comprender que esto siempre será una re-beldía y nunca una instancia a ser evaluada como plausible por el poder.
El rol del educador en este sentido, sería el de poder transmitir los valores para una so-ciedad más justa, a través de propuestas educativas que incluyan estos valores, abierta o de manera subyacente.
Si toda pedagogía está teñida de ideología, y bajo toda práctica didáctica subyacen modelos sociales –generalmente los establecidos desde el poder-, ¿por qué continuar esta práctica reproduciendo el modelo que ordena el poder? Seguramente sería preferible que el educador transmitiese valores de libertad, justicia y soberanía, así sea que estos se enfren-taran con los tradicionales.

EL ROL DEL EDUCADOR Y DEL EDUCANDO
En una de las viñetas de Tonucci, puede verse claramente el rol del educador. Es de-cir, una persona, externa, extraña al educando, que manipula contenidos que debe introducir en esas cabezas que considera vacías.
Los mejores salen con los contenidos casi fotocopiados y los que no sirven, por alguna causa, son desechados.
Esta viñeta me recuerda mi paso por la escuela media, allá por los ‘70s.
Recuerdo los esfuerzos de algunos educadores para que nosotros (los educandos) aprendiésemos algo, cualquier cosa. También recuerdo que algunos estudiantes aprendían.
Recuerdo un profesor de Educación Cívica que disfrutaba de descubrir a un estudiante copiándose. ¡Qué ironía! Su concepción de valores morales (que se supone debía transmitir) era la "astucia" para "descubrir el delito". En aquella época lo odiaba, ahora que lo recuerdo, pienso: ¡Pobre tipo!
A ningún educador se le ocurría pensar que el machete era una forma de estudio. A ningún educador se le ocurría que si el estudiante se copiaba era porque no le interesaba el contenido. La concepción era que si eso ocurría, "el educando era un vago" que quería "sal-varse". ¿De qué?
También recuerdo a un profesor que debía enseñarnos matemática y venía al aula a leer el diario y a dormir.
El rol del educando lo tengo un poco más fresco en la memoria.
Definición de educando: Un objeto que debe demostrar que los contenidos han pene-trado en su memoria.
Sin embargo, mi concepción de educando era muy otra, a saber:
Persona que debe asistir a un establecimiento durante un tiempo para no darle un dis-gusto a su madre al mismo tiempo que cumple con los requerimientos mínimos que la socie-dad le impone.
Esta definición no la pienso ahora, ya la tenía en aquella época. Lo sé porque tengo escritos de entonces que me lo demuestran.
Existen educadores que no sólo pretenden la memorización "carbónica" del contenido, sino hasta la utilización de determinadas palabras que parecen más las llaves del Mandala que conceptos.
Hay pedagogos que tienen un discurso y en los parciales practican lo contrario de lo que predican.

LA MATRIZ DE APRENDIZAJE
Claro que no fue todo así. Además, la matriz de aprendizaje es algo que se origina y se desarrolla más allá de lo que hagamos o dejemos de hacer. Hay una concepción del aprendizaje.
Recuerdo, a este punto, cuando tuve la oportunidad por primera vez, de estar frente a una clase.
Fue en el año noventa y uno. Pensaba que no estaba preparado para estar frente a una clase, y ahora, recordándolo, sé que no lo estaba.
Sin embargo, apareció mi matriz de aprendizaje.
Resulta irónico que mi matriz de aprendizaje apareciera en una situación inversa, pero en mi manera de enseñar pude ver cristalizado lo que había incorporado de algunos educa-dores del secundario que se salían del molde.
Me faltaba toda la teoría pedagógica, y cometí un sinfín de errores metodológicos, sin embargo, recuerdo tres momentos:
- Un domingo sonó el timbre en mi casa. Era un grupo de diez educandos que habían comprado factura y venían a tomar mate conmigo.
- En ocasión en que había conseguido otra trabajo más rentable, les comenté que iba a renunciar. Se paró uno de los estudiantes y me dijo que si renunciaba, ellos abandonaban el curso.
- Pasaron trece años desde aquella experiencia. Un día, yendo hacia mi trabajo, escu-cho que me gritan: "¡Profesor!". Me doy vuelta y un muchacho me pregunta: "¿Se acuerda de mi?" No le mentí, le dije que no. Me contó que él había sido educando en aquel grupo del año '91. Me saludó con alguna emoción.
Yo había tenido profesores que se involucraban afectuosamente con los estudiantes. Entonces comprendí que aquello era lo único que recordaba con cierta precisión. Un educa-dor que compartía asados con nosotros, con quien combinábamos actividades por fuera de la escuela y con quien podíamos discutir hasta el plan de estudio. Sin embargo, no puedo re-cordr una sola clase con él.
En esa viñeta de Tonucci no ocurre nada de esto. Tuve educadores así. No los recuerdo. Sé que la educación funcionaba (y funciona) de esa manera. Tuve la fortuna de no sufrirla.